Con este blog pretendo hablar de viajes de manera coloquial y sencilla para así facilitaros vuestra labor a la hora de viajar.

Las vacaciones se han convertido en una de las opciones más divertidas, eficientes y económicas para disfrutar del tiempo libre y yo os quiero trasmitir mis experiencias, consejos, rutas y otras muchas cosas que os puedan servir de ayuda.

26/11/08

AUSTRALIA: LA GRAN BARRERA DE CORAL PUEDE MORIR

Sí, es verdad: la Gran Barrera puede morir. Los científicos dicen que los corales sufren estrés. Poco a poco, pero inexorablemente, el calentamiento de las aguas hace que uno de los sistemas más frágiles y complejos de la biodiversidad de la Tierra, esté en peligro de extinción


Lo que es bueno para los corales, es malo para usted” ironizaba el responsable de la plataforma marina situada a dos horas de navegación de Port Douglas, al ver el escalofrío que me producía el agua.

Provista de gafas submarinas, pies de pato y tubo, y después de escuchar atentamente las medidas de seguridad, iba a sumergirme para disfrutar de uno de los más bellos espectáculos del mundo. El agua estaba un poco fría, pero esto es lo que necesitan los corales, como seres vivos, para subsistir: aguas no demasiado cálidas y poco contaminadas. Dos condiciones cada vez más difíciles de lograr.

Cada año, dos mi
llones de turistas viajan a The Great Barrier Reef, y navegan por el Mar del Coral que se extiende a lo largo de más de 2.500 Km. de la costa este de Australia. Elegimos iniciar el recorrido 60 Km. al norte de Cairns, en la punta nordeste del país. Al amanecer, nos habíamos dirigido hacia Port Douglas para embarcar rumbo al Cabo Tribulaciones, y a la plataforma marina protegida que Quicksilver tiene para observar los fondos marinos en el arrecife de Agincourt.

Visible desde el
espacio


Esta es la única
maravilla de la naturaleza que es posible divisar desde el espacio. Rosarios de formaciones coralinas, un bosque pétreo de todos los colores, tamaños y formas, aguas turquesas, islas e islotes, muchos deshabitados, una jungla verde que se prolonga hasta la arena blanquísima de playas solitarias, manglares, lagunas, son el reino todavía de gran variedad de especies animales, peces, pájaros y mamíferos. La emoción de nadar entre corales es indescriptible. Te quita la respiración o te da ganas de gritar ¡¡¡¡ohhhh!!!!, ante cada nuevo descubrimiento. Pero no puedes, tienes un tubo en la boca y debes estar atento: no está permitido acercarte mucho y, por supuesto, está absolutamente prohibido tocarlos (son seres vivos muy delicados, te recuerdan constantemente). Todo se vuelve azul. Sientes que la vida empezó aquí.

Corona de espinas
No hace falta sa
ber bucear para disfrutar del fondo marino: sin mojarse un pelo puede observarse todo navegando en un semisumergible o en un barco con suelo de cristal.
Tanto como el calentamiento del agua y la con
taminación, las estrellas de mar “coronas de espinas” están devastando los arrecifes. Cuando son adultos, estos “equinodermos” pueden alcanzar los 80 centímetros de diámetro y comer cada día su equivalente en coral duro.


Estrellas y “bleaching”, además del hombre, hacen que la Gran Barrera corra serio peligro. Ni siquiera haber sido declarada Parque Marítimo Nacional en 1975 y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981, ha logrado frenar el progresivo deterioro.

El arrecife está compuesto por los esqueletos calcáreos de miles de millones de cuerpos políperos de coral depositados a lo largo de millones de años (se han hallado restos con una antigüedad de 25 millones de años). El coral (hard o soft) crece sobre los restos calcáreos de sus predecesores, alimentado por aguas templadas, claras, poco profundas y ricas en nutrientes.

Australia, la cárcel de los ingleses
Unas millas más al norte embarrancó e
n 1770 el Endeavour, del intrépido capitán James Cook, y desde entonces empezó a divulgarse por el mundo la existencia de esta maravilla, conocida por los aborígenes desde hace 40.000 años. Australia no esconde que comenzó siendo un penal, la isla a la que eran trasladados los convictos desde Gran Bretaña. Sigue perteneciendo a la Commonwealth, que ha creado un organismo para la conservación de este patrimonio mundial, el GBRMPA (Great Barrier Reef Marine Park Authority) destinado a velar por la protección, uso inteligente, comprensión y disfrute de laGran Barrera.

El bosque de corales se extiende desde la costa oriental de Queensland hasta la Gran Barrera exterior, a más de 100 kilómetros de distancia. Tanto como la contemplación de los arrecifes, vale la pena visitar el rosario de islas que bordean la barrera. Fraser Island, frente a Hervey Bay, con lagunas de aguas transparentes en medio de un desierto de dunas y el “dingo” como animal salvaje parecido al perro. Hamilton Island, Lady Elliot, Hayman y, sobre todo, las Whitsundays, muy cerca de Ayrlie Beach, son las más espectaculares. En el recorrido paralelo por la ruta de la costa, señales amarillas previenen de que este territorio es morada de pequeños canguros (walabis), simpáticos koalas, cassowarys o wombats, que tras la puesta del sol invaden jardines, playas, y carreteras. Hay que tener cuidado de no atropellar los pues, al ser animales protegidos, la fuerte multa puede estropearte las vacaciones. Entre tierra y agua, desde el norte del estado de Queensland a Bundaberg hay más Parques Nacionales que en cualquier otro lugar del continente.

La migración
de las ballenas
La emoción de salir en barco para bucear en el mar del Coral tiene otro aliciente añadido: la posibilidad de avistar el paso de grandes ballenas. Hay excursiones diarias en catamarán y todo tipo de embarcaciones para fotografiar el magnifico espectáculo de la migración de ballenas, que huyen de aguas frías en busca de otras más cálidas cuando llega el invierno austral. Julio y agosto es la mejor temporada para divisar el paso de las humpback y los delfines. Incluso desde Sydney es posible realizar uno de estos cruceros de medio día de duración.

En absoluto silencio y con la máquina de fotos preparada para disparar a máxima velocidad, los espectadores, abrigados en cubierta, esperan con paciencia ver el chorro de vapor que revela la incipiente salida de la ballena a la superficie, para respirar. El baile de sus coletazos, a menudo ejecutado por los cetáceos en pareja, es de una belleza sin límite. Observar para conservar es el lema que las autoridades australianas han impuesto a los turistas. Puedes acercarte a las ballenas hasta unos 100 metros, nunca ir más allá. Tú eres el que entra en “su” casa, no lo olvides. Y cuando las tengas ante tus ojos, te darás cuenta de la necesidad de ayudar a preservar estos grandes dinosaurios marinos, tan amenazados por la pesca abusiva. Corales estresados, ballenas que escasean. ¿Un mundo que agoniza? Aún hay esperanza, pero ya no queda mucho tiempo, advierten los científicos.

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